sábado, 3 de diciembre de 2011

UN CONTE SOBRE LA HISTÒRIA D'ASDIVI

Els monitors d'ASDIVI han creat aquest conte per il·lustrar la història d'ASDIVI:

Prólogo




En 1991, fruto de la voluntad y el esfuerzo de un grupo de padres y madres de personas con discapacidad, que quisieron asociarse por el bienestar de sus hijos, nace ASDIVI en un pequeño despacho de Viladecans.



Ese mismo año…

-  Hola… ¿Hola?, ¿hay alguien ahí?-pregunté intrigada.

Llevaba meses haciéndome la misma pregunta mientras acumulaba polvo en una habitación oscura, cuando de repente escuché el chirriante sonido de la persiana al abrirse. Con la claridad pude distinguir cuatro pares de pie. Minutos después aquello estaba lleno de gente que movía trastos de arriba para abajo mientras se preguntaban una y otra vez -¿Qué hacemos con la estantería?

Aparecieron con un cubo lleno de agua con jabón y un par de bayetas amarillas, y comenzaron a limpiarme. ¡Me hacían muchas cosquillas!

- ¡Ah, pues no está tan mal la estantería!

- ¡Vaya, si resulta que es verde debajo de tanto polvo!

Total, resultó que yo era la famosa estantería de color verde donde días después, cuando todo estaba bien limpio y reluciente, las personas de aquel lugar empezaron a traer bolsas con comida, adornos… ¡no dejaban de entrar y salir! Yo estaba muy intrigada, porque no entendía tanto ir y venir de personas y trastos, hasta que finalmente lo comprendí.



            Fue un sábado. Durante todo el día habían estado adornando el local y preparando bandejitas con bocadillos y otras cosas de comer, y fue por la tarde cuando empezó a llegar gente y más gente.



·¡Qué local tan bonito!

·¡Qué salas tan grandes! ¡Aquí los chicos van a disfrutar mucho!



            Entonces lo entendí. ¡Estaban estrenando el local! O lo que ellos llamaban la inauguración. ¡Lo cierto es que fue una tarde muy divertida!



            Poco tiempo después, un día, empezaron a llegar a aquel lugar unos niños muy especiales. Entraron en la sala donde yo estaba y, poco a poco, comenzaron a inspeccionar el sitio. Miraban con ojos curiosos, tocaban todo aquello que estuviera a su alcance. Algunos de ellos saltaban constantemente, otros decían palabras que yo no entendía y otros  no paraban de moverse de un lado para otro.



            Una vez hubieron descubierto el local, algunos de ellos intentaron  acercarse a mí. Me tocaban suavemente; picaban con las manos encima de mí, para ver cómo sonaba; removían todo lo que había encima de mis estantes. ¡Pero yo estaba encantada! ¡Eran niños realmente especiales!



            Otro día una de las personas más mayores del local entró en la sala donde yo me encontraba con una especie de huevo frito enorme debajo del brazo. Llevaba también un aparato extraño, de esos que hacen agujeros. De repente se paró en medio de la sala y se puso a observar la pared. Hizo unas marcas con un lápiz y puso en marcha aquel aparatejo extraño, ¡qué hacía un ruido! Hizo un agujero en el centro y colgó el huevo frito. Bueno, en realidad no era del todo un huevo frito, pienso que era un sol junto a un mundo. Y debajo ponía escrito “ASDIVI, Asociación para la integración de disminuidos físicos y psíquicos de Viladecans”. Fue en aquel momento cuando supe que me encontraba en ASDIVI.



            Un sábado por la tarde cualquiera, de los que yo me encontraba tan tranquila en mi sala, empezó a llegar un montón de gente. No paraban de decir algo así como:



·¡Qué tengáis una buena tarde de esplai!

·¡Qué ilusión que hoy sea el primer día de esplai en ASDIVI!



            Yo la verdad es que no tenía ni idea de qué hablaban. Lo cierto es que se algunas de las personas más mayores se fueron, y se quedaron otras más jóvenes con un grupo de aquellos niños tan especiales. ¡Qué tarde tan ajetreada!

            No pararon de hacer actividades, pintaron, rieron, jugaron y merendaron juntos. Cuando pasaron más o menos dos horas aquellas personas mayores que antes se habían ido volvieron a recogerlos. ¡Vaya tarde más movidita!



            Un martes por la mañana entraron en el esplai dos de esas personas que tanto veía durante el fin de semana. Se pusieron a recoger, ya que estaba todo bastante desordenado y empezaron a hablar de algo… Pero no los escuché bien, hasta que entraron en la sala donde yo estaba. Y yo, que por aquel entonces eran un tanto metomentodo, empecé a escuchar la conversación. Hablaban sobre el esplai y que deberían de aprovechar más el fin de semana para hacer otras actividades. Decían que ya tenían pensada alguna, pero no acababa bien de enterarme y lo dejé estar. Se fueron, aunque yo me quedé algo intrigada. Dos semanas y unos días más tarde, después de que todo transcurriera con total normalidad, un sábado por la mañana abrieron el esplai y empezó a entrar bastante gente, cosa bastante inusual para la hora que era. Empezaron a repartirse ropa de baño, gorros, mochilas y demás. No entendía nada. Pasaron cerca de mí dos mujeres hablando y capté una frase: ‘Menos mal, llegó el primer día de piscina!’. Pude comprender entonces todo lo que estaba pasando y que esta era la actividad de la que escuché hablar a aquellas dos personas anteriormente. Pero esta no fue la única actividad que decidieron llevar a cabo.



            Tiempo después, un sábado mientras me limpiaban  los estantes, escuché a esas personas que se hacían llamar monitores que tendrían que ir preparando ya todo el material y empezar a ensayar para el día indicado. Yo, como siempre, era la última en enterarme de todo, aún teniendo un buen oído chismoso, así que seguí bien atenta a lo que se decían. Empezaron a hablar de música, de bailes, de actuaciones, de esos chicos del esplai, ¡de un festival! Pretendían realizar un gran festival en el que los chicos fueran los protagonistas del día. Según parece les quedaba tan solo un mes escaso para el gran día y ya os imagináis como fue el transcurso de ese mes. Mis siestas de entre semana tuvieron que esperar a que pasase la tempestad. Unos aprendiéndose las letras de varias canciones, otros ensayando los bailes de cada una, llamadas de teléfono aquí y allá, haciendo reservas, invitando a mucha gente al evento y otros que hacían disfraces para aquellos chicos que actuaban, ¡ni que aquello fuese carnaval! Pero después de todo y como debía de suceder, finalmente llegó el día de la función. Estaban todos muy contentos, ya que era la primera vez que realizaban un evento como aquel. Fue una mañana muy agotadora, no para mí, que fue estresante, sino para todas aquellas personas que se pasaron las horas finales ultimando los preparativos, hasta el más mínimo detalle. Todo debía de estar perfecto para el espectáculo. Al llegar la tarde, el esplai se quedó vacío. Dos monitores rezagados se quedaron recogiendo un poco todo aquel descontrol de objetos y material desordenado, hasta que decidieron marchar porque al final no llegarían a tiempo. Me dejaron sola; me hubiera gustado asistir a aquel festival tan esperado por todos.

            Pero me conformé con, el viernes siguiente, ver las caras de felicidad de los monitores y algunos de los padres que asistieron. Iban a hacer una reunión o algo así, para hablar sobre como fue el día de la fiesta, ¡que tostón! Se pasaron más de 3 horas comentando los aciertos y errores que cometieron aquel sábado anterior. De vez en cuando discutían por tonterías, otros no dijeron nada en el rato que duró aquella charla, algunos simplemente asentían y estaban conforme con todo y hubo alguno que le entró hambre, así que decidieron quedarse a cenar todos para acabar de hablar sobre aquel festival tan exitoso. A partir de entonces decidieron hacer esas reuniones más regularmente, sobre todo los monitores, que optaron por dejarme sin siesta muchos viernes por la tarde. Hablaban básicamente de las actividades que hacían los sábados con los grupos de chicos: qué les había parecido, cómo estuvo organizada, los posibles problemas que se pudieron dar, el comportamiento de los chicos, incluso a veces se valoraban así mismo. ¡Aprendí mucho de aquellas reuniones!

            Llega el mes de Junio... Con él ya se empieza a notar la calor del verano... los días se hacen más largos y las noches más cortas...



            Empiezo a notar que hay mucho movimiento... Ahora vienen a verme incluso entre semana y escucho como hacen muchas llamadas, hay muchos papeles por encima de las mesas, cajas con pelotas, cuerdas  y otro mucho material... ¡Qué desorden! Se prevé un gran acontecimiento. Están muy contentos aunque a veces se gritan entre ellos. Al parecer están nerviosos para que todo salga bien...



            Escucho como entre ellos no paran de hablar de colonias... ¿Será que ahora se van a dedicar a comerciar con perfumes? -me pregunté entre risas.



            No termino de entender de qué va el tema... Están todos muy contentos y se hacen bromas entre ellos. No paran de comentar sobre unas casas de madera y un autocar y constantemente discuten sobre los horarios…



            Esto sólo podía ser una cosa y finalmente lo pude entender... Se van de fin de semana!!



            Veo como viene un trasto con ruedas muy grande donde se montan todos y se van muy contentos aunque, igual que cualquier acontecimiento que como estantería puedo divisar, siempre alguien llega tarde!!



            Se cierran las persianas y vuelve esa oscuridad… Por un momento después de estos días tan ajetreados puedo por fin tener un rato de paz y descansar.



            Llega el final del mes de Junio… Desde que esos chicos saltarines, que sueltan baba, que no hablan o hablan demasiado, desde que ellos ser marcharon de "colonias" nadie a vuelto a pasar por aquí… Día a día me pregunto si ¿será que se han cansado de estar aquí y se han marchado para siempre? ... No me gusta estar sola.



            ¿Por qué siempre pasa que todas las personas se van? Sí, es cierto… yo soy una estantería, pero a mi forma también tengo sentimientos. Cuando consigo que la gente me quiera, y cuando más a gusto estoy… me dejan sola. ¿Será que la vida es así? ¿Será que mi vida es infinita y éste es el castigo?



            Pasan dos largos y tristes meses... Ha pasado el verano, han pasado las fiestas de mi pueblo (de las cuales soy consciente por la fuerte música y por el sentimiento de hibernar que se acerca...)



            Cuando más triste estoy por qué, definitivamente creo que me han abandonado, un día de nuevo aquel ruido y aquella luz atraviesa el cristal… Bien!! Han vuelto!! Sabía que ellos no me dejarían aquí otra vez!! Qué contenta estoy! - Dije para mis adentros. Desde aquel momento comprendí que ellos nunca me abandonarían...



            Pero... ¿Qué pasa? ¿Por qué ahora me están tambaleando? – Dejarme tranquila, me habéis dejado sola tres meses y ahora venís a reíros de mí! – Intente gritar sin conseguirlo... Tenía que asumir que ellos no me escuchan. Tengo que esperar y ver cuando acaba esto me estoy mareando… Ya!



            Me llevaban dos personas pero, el viaje ha sido corto… Ahora estoy en una sala más grande pero con la misma gente… entran pequeños y también grandes. Como las personas que entraban en este lugar más grande son las mismas, me di cuenta que me habían trasladado…



            Es una habitación muy iluminada, donde hay alguna mesa y sillas, entre otros armarios y objetos que relucen con el tamaño de copas grandes de vino... A mi alrededor diviso muchas estanterías, no tan guapas como yo – reí para dentro. Han colgado un cartel grande, decorado con alguna flor, donde pone “Biblioteca” frente a mí. Todos pasan y no dejan de mirarme y de contemplar aquella nueva estancia tan iluminada…



            De repente empezaron a venir las altas esferas (como yo les suelo llamar), con muchas cajas llenas de libros y revistas… allí habían más de 300 libros!! ¿Dónde iban a meter todo eso? Comenzaron a ordenar y etiquetar uno por uno todos aquellos libros… entre los cuales pude ver “Berta tu pots”, el famoso “Busca a Wally” “El arca de Noé” (En dibujos animados), entre muchos otros… iban cargando todas aquellas parientes mías (estanterías y librerías) con todos esos libros y revistas.



            Yo no terminaba de entender del todo que es lo que estaba pasando, pero me gustaba estar en aquella nueva habitación ya que parte del tiempo estaba acompañada. Me sentía a gusto…



            Pero cómo puede ser!? Han empezado a cargarme de libros a mi? Que yo soy dura, pero estoy mayor ehhh! – Intente gritar. Sin lograr llamar la más mínima atención.



            Jajajaja, empecé a sentir muchas cosquillas… estaban pasando un paño para sacarme brillo pero me hacía muchas cosquillas… - no podía parar de reír.



            Últimamente estoy teniendo muchas visitas… vienen grandes, pequeños, y los no tan pequeños… Vienen, se plantan frente a mí, me miran y miran, sacan un libro, sacan otro… los leen, los dejan, se los llevan... Que desorden!! Una chica de las altas esferas que siempre está presente no para de repetir que dejen todo ordenado para que se encuentren mejor los libros, pero ellos parecen no estar mucho por la labor… En definitiva. Me gusta esta nueva sensación de tener más visitas y más a menudo…



            Ya han pasado dos meses y aparte de aprender muchas historias y haber visitado muchísimos sitios, he conocido a más gente de este lugar. Estoy muy contenta de estar donde estoy, me di cuenta que los chicos más mayores venían también varios días vestidos igual, me fije en el uniforme y en las maletas que traían, era algo muy curioso para mí, enseguida descubrí que formaban un equipo de fútbol y de básquet.



            Recuerdo un día en el que me asusté mucho, estaba yo tranquila cuando de golpe me empezaron a sacar libros de encima, del susto casi pierdo el equilibrio, pero cuando me tranquilicé vi que se llevaban el peso a otra parte. A lo lejos vi a una compañera grande y fuerte, las personas que trasladaban los libros decían:

-¡Ya era hora que compraran otra estantería!

- Si tienes razón, está ya está algo gastada.

            Pensé que iban a deshacerse de mí, menos mal que me equivoqué, al final me pusieron un montón de revistas encima. Parece que se llama revista ASDIVI, he de decir que me gusta mucho más, porque en ella salen fotos de todos los chicos que están conmigo.

            Poco a poco me iban quitando revistas, cada vez que me quitaban una me ponía triste, les había cogido cariño. Cuando no me quedó ninguna, me cambiaron de sala.

            Al poco tiempo de entrar en esa sala ya sabía que estaba con los más pequeños. Me gustaba mucho, ya que era una sala bastante animada. Hay chicos que se me quedan mirando fijamente con la mirada perdida y otros que cuando se enfadan me dan patadas e intentan tirarme al suelo. Una vez se acercaron a mí y me dijeron “tuli, tuli”, repitiéndolo varias veces, quizás es mi nuevo nombre pensé.

            Por aquel entonces empezaron a sacar un montón de material. Sobretodo hacían cosas con barro y escayola. ¡Acababa blanca un día sí y otro no! Habían empezado los talleres de manualidades.

            También me di cuenta de que cada vez salían más todos juntos, llegaban y preparaban muchas cosas, aunque claro, a mí no me llevaban. Supongo que no cabía en el autocar.

            Y llegó el verano… Ya me había preparado para pasar unos meses sola, me aprendí canciones y cuentos para entretenerme, pero sin esperarlo un lunes abrieron la persiana. Llegaron los monitores y empezaron a preparar la sala, decorarla, hacer espacio y ponerme cosas por todos lados. Y una cartulina gigante de colores anunciaba: CASAL DE VERANO.

            Al ratito empezaron a llegar los niños y niñas y estuvieron jugando y haciendo actividades durante toda la mañana. Y así toda la semana durante un mes.

            Aquel fue el primer casal de verano, pero no el último, ya que durante unos cuantos años seguí recibiéndolos con ilusión cada verano.

            Aquel año fue muy especial por muchas cosas, declararon el 2003 como año internacional de las personas con discapacidad, así que todas las personas de ASDIVI pasaron todo el año preparando cosas para celebrarlo y compartirlo con toda la gente de Viladecans.

            Estaban contentos y nervioso continuamente, pero siempre acaban hablando de lo bien que había ido todo: una butifarrada popular, la presentación de un libro y una fiesta con concierto a final de año.

            Por todo aquel trabajo la Generalitat de Catalunya otorgó a los monitores un premio llamado Jaime Ciurana.

            Me enteré porque me lo colocaron encima dos madres muy orgullosas de los monitores, que se lo contaban a todo el mundo cada vez que llegaba alguien, y corrían contentas a enseñar el premio. Yo posaba siempre orgullosa, no fuese que el premio no se viese bonito por mi postura.

            Un tiempo después, yo estaba tranquilamente en mi sala, ya me había acostumbrado a la rutina cuando un día, sin previo aviso, los chicos y chicas a los que llaman monitores empezaron de nuevo a ponerme muchas cosas por encima: botes de pintura, papel de embalar, cartones… Pensé que se habían vuelto locos y no entendía el porqué de esta situación. Después empezaron a decorar me con flores y signos de la paz, y cuando ya me tenían bien guapa me cogieron entre unos cuantos chicos y chicas, que por cierto debían estar muy fuertes porqué no les costó nada y me subieron a un camión. Ahora si que estaba confundida. No sabía que hacía allí rodeada de gente con vestidos de flores de muchos colores, pantalones de campana, pelucas y gafas de sol, hasta que vi un cartel que me lo aclaró todo: CARNAVAL ASDIVI “LOS HIPPIES”.

-  Ahora ya lo entiendo – pensé yo.

            Enseguida el camión se puso en marcha y todo el mundo empezó a cantar y a bailar.

            Unos decían:

- ¡Cantad más fuerte, que nos oiga todo el mundo!

            Otros, los más protectores guiaban:

- ¡Separaros más del camión!

            Hasta que llegamos a un parque muy grande donde empezaron a repartir los premios. No ganamos gran cosa pero igualmente nos lo pasamos genial.

            A partir de ahora ya sabía lo que me esperaba, todos los años serían igual pero yo estaba tan contenta y me lo pasaba tan bien que no me importaba pasarme dos semanas llena de cartones y pintura.

            Cuando se acabó la fiesta y volvimos al esplai los monitores no me llevaron a la sala donde había estado hasta ahora, ¡me habían cambiado!



            En un principio, cuando cerraron las puertas y me quedé sola en aquella sala tenía mucho miedo. No sabía qué hacía allí ni que iban a hacer conmigo, pero decidí pensar que si habían decidido cambiarme sería porqué  yo en esta sala sería más útil y eso a mí ¡me encantaba! Así que decidí esperar a ver qué pasaba.

            El sábado siguiente, cuando se acercaba la hora a la que los monitores solían empezar a venir yo ya estaba bastante nerviosa, pero cuando subieron la persiana y encendieron las luces me di cuenta de que la sala era muy diferente. Encima mío ya no habían peluches ni juguetes, sino que me habían colocado botes de pintura, pinceles, rodillos, tijeras, pegamentos e incluso algunos cd’s de música. Enseguida me di cuenta de que estos chicos y chicas eran bastante diferentes a los de la sala donde yo estaba antes. En primer lugar eran bastante más altos y grandes así que yo ya no tenía que bajar tanto la vista para fijarme en ellos, ya no jugaban en el suelo, preferían sentarse a la mesa para hacer manualidades y había menos personas de aquellas que llamaban monitores. Estaba tan concentrada mirando lo que pasaba que de repente me asusté mucho cuando escuché:

- ¡Habéis cambiado la estantería verde a nuestra sala! ¡Qué bien! Así tendremos más sitio para poder guardar todas nuestras cosas.

            Cuando escuché aquello me sorprendí muchísimo ya que yo estaba acostumbrada a que en la sala dónde estaba antes sólo hablaban los más grandes pero enseguida entendí que estos chicos y chicas eran diferentes en muchos aspectos.

            Aunque no dejé de ver a los chicos y chicas con los que estaba antes porque de vez en cuando alguno salía de la sala corriendo o saltando y a mí me gustaba pensar que lo hacían para verme a mí porque me echaban de menos.

            Tiempo después, un sábado de esos en los que cuando los monitores abren las puertas para que entren los chicos entra un aire tan frío que se me hielan hasta los pinceles que me ponen encima, los monitores hicieron una actividad diferente a las que acostumbraban a hacer. Sentaron a todos los chicos y chicas en sillas mirando a la pared y de repente en la pared empezaron a verse unas imágenes muy raras. Había mucha gente en la nieve, todos muy abrigados y con esquís y trineos. En el vídeo se veía como se tiraban por las pistas y aquello parecía super divertido.

            Les dijeron a los chicos que la semana siguiente ellos irían a hacerlo a una pista de esquí llamada “La Molina” en la que había una pista adaptada por la que ellos también podrían hacer todas aquellas actividades. Yo me puse muy contenta porque a mí también me gustaba la nieve. Pensé que igual también me llevaban a mí como el día de Carnaval. Pero cuando llegó el día me di cuenta de que allí había muchos niños y niñas, chicos y chicas, padres y madres y monitores pero ninguno me cogió para llevarme con ellos. Ese día estuve bastante triste porque yo no había podido ir pero cuando llegaron y vi las caras de alegría que traían enseguida se me pasó.

Les escuchaba decir:

- ¡Qué guay ha sido!

- ¡A mí me ha encantado cuando nos hemos montado en los trineos tirados por perros de nieve! - decía otro.

            Por lo menos, aunque yo no había podido ir, sabía que ellos habían disfrutado mucho.

            Tiempo después, un día entre semana de aquellos en los que estaba sola, me llevé una gran sorpresa al escuchar abrirse la puerta de la entrada. Extrañada, escuché como unas voces conocidas hablaban sobre el inicio de algo nuevo, ¿ludoteca? ¿De qué se trataría?

            De pronto empecé a sentir como la puerta volvía a abrirse y aquellas voces se acercaban a mi sala….¡Qué sorpresa me llevé! Eran algunos de los niños de la sala donde estaba antes, que venían acompañados por algunos monitores. Al principio me extrañó un poco porque no hacían lo mismo que los sábados, aunque se parecía un poco: jugaban, merendaban, se relajaban, se lo pasaban bien… Y yo me ponía contenta porque ya no estaba tan sola los días que ellos venían y se acercaban a mí para coger algún libro con grandes imágenes o para curiosear qué había de nuevo para ver.

            En uno de esos días de la llamada “ludoteca”, cuando ya me preparaba para quedarme sola y relajarme después de que los niños se fueran, la puerta de la sala volvió a abrirse dejando paso a las personas mayores que no suelen hacer actividades. Hablaban entre ellas y dejaban sus cosas por las salas. De repente llenaron la sala de velas y esterillas por el suelo, además de una cosa a la que llamaban “incienso” que olía muy bien y perfumaba el ambiente. Entonces apagaron las luces y recuerdo que una señora dijo: Empezamos la primera sesión de yoga, al mismo tiempo que ponía una música relajante. ¡Qué agradables eran esas sesiones y qué a gusto me dejaban cuando acababan!

            Ahora compartía mucho más tiempo junto a más personas y cada vez veía que hacían cosas diferentes. Uno de los sábados en los que me preparaba para pasar una tarde entretenida, se acercaron a mí y me pusieron una etiqueta en el ombligo. ¿Después de tanto tiempo sin nombre, resulta que ahora me llamaba PACHIMO? Después de eso, comenzaron a llenarme de fruta, comida, bebida, pelotas… y vino más gente de la que esperaba, llevándose muchas cosas. Al parecer preparaban una actividad todos juntos.

- ¡Ojalá pudiese ir yo también!-pensé.

            Aprovechando una de esas tardes entre semana, que sabía que no iba a venir nadie, en la que me disponía a echar la siesta, de repente entraron los chicos jóvenes y mayores,  y empezaron a planear y a hacer actividades. Por lo que podía observar y oír, hablaban más y se movían menos. Destinaron un estante para poner sus cosas: parchises, ocas, cd’s de música…enseguida supe que era el grupo de Espai Jove. A estos les gusta hacer cosas diferentes porqué a veces están en el local, pero otros días se van a hacer actividades fuera.

-                    ¡Al parecer de ahora en adelante pasaré muy poco tiempo sola!- medité entusiasmada.



            Han pasado muchos años y en este último, hay mucho más movimiento, hay mucha más gente, hacen cosas nuevas y como yo ya soy mayor han decidido trasladarme al despacho para que tenga menos faena porque aunque parezca mentira ya han pasado 20 años.

            Entre el montón de cosas que van hacer este año, han decidido hacer un cuento sobre esta asociación, yo podría contar tantas cosas...

“ En 1991, fruto de la voluntad y el esfuerzo...”